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El amor siempre ha estado rodeado de reglas no escritas, y una de las más fuertes ha sido la idea de que solo podemos amar a una persona a la vez. Sin embargo, cada vez más parejas se atreven a cuestionar esa norma y explorar caminos diferentes. Hablar de relaciones no monógamas no es hablar de caos o desorden, sino de formas diversas de vivir el amor que, aunque incomoden a muchos, llevan décadas siendo estudiadas y practicadas.
Qué significa realmente hablar de relaciones no monógamas
Cuando decimos “relaciones no monógamas” no hablamos de infidelidad ni de secretos. La gran diferencia está en que se trata de vínculos donde los acuerdos se conversan y se pactan de manera clara entre todas las personas involucradas.
A diferencia de la monogamia tradicional, donde la exclusividad es un pilar, las relaciones no monógamas ponen el foco en la transparencia, la negociación y la honestidad. Lo central no es la cantidad de personas, sino la calidad de los acuerdos y la capacidad de sostenerlos en el tiempo.
Tipos de relaciones no monógamas consensuadas
Cuando hablamos de no monogamias consensuadas, no nos referimos a un único modelo. En realidad, existen distintas formas de organizar los vínculos, todas basadas en la transparencia, el consentimiento y los acuerdos explícitos. Entre las más estudiadas y practicadas se encuentran:

- Parejas abiertas: mantienen un compromiso afectivo central, pero acuerdan la posibilidad de encuentros sexuales con otras personas. El foco suele estar en la apertura sexual más que en la afectiva.
- Swinging o intercambio de parejas: dos parejas (o más) acuerdan encuentros sexuales compartidos. Generalmente se centra en lo erótico, sin profundizar en vínculos emocionales con terceros.
- Poliamor: implica la posibilidad de mantener más de un vínculo amoroso de forma simultánea, con transparencia y consentimiento. Puede ser jerárquico (con una relación principal) o no jerárquico (sin jerarquías).
- Anarquía relacional: rechaza etiquetas y jerarquías preestablecidas, cuestionando la idea de que una pareja debe estar “por encima” de una amistad o cualquier otro vínculo. Aquí lo importante es la autonomía, la negociación y el cuidado mutuo.
- Polifidelidad: un grupo de tres o más personas que se comprometen a mantener sus vínculos sexuales y afectivos únicamente dentro del grupo. Podría describirse como una “monogamia en grupo”.
- Relaciones híbridas: cuando una persona se identifica como monógama y la otra como no monógama, y negocian una dinámica particular. Requiere diálogo constante y límites muy claros.
Todas estas formas han sido investigadas en la literatura académica bajo el término Consensual Non-Monogamy (CNM). Referentes como la socióloga Elisabeth Sheff (autora de The Polyamorists Next Door), la psicóloga Meg Barker (quien ha estudiado la diversidad relacional) y la terapeuta Jessica Fern (autora de Polysecure) ofrecen marcos teóricos y clínicos para entender mejor estas prácticas.
Más allá de la etiqueta, lo esencial es que se trata de relaciones que se construyen desde la comunicación, la transparencia y la responsabilidad emocional.
Mitos y prejuicios más comunes
Uno de los grandes desafíos de quienes viven relaciones no monógamas son los prejuicios sociales. Entre los más repetidos están:
- “Es solo promiscuidad disfrazada.”
La realidad es que muchas personas en parejas abiertas tienen menos encuentros sexuales casuales que quienes se declaran monógamos, justamente porque lo hacen de forma consensuada y con límites claros. - “Eso no funciona a largo plazo.”
Estudios como los de la socióloga Elisabeth Sheff, una de las principales investigadoras sobre poliamor, muestran que existen relaciones poliamorosas estables de más de 20 años, con estructuras familiares sólidas y funcionales. - “Son excusas para ser infiel.”
La infidelidad parte del secreto y la mentira. En cambio, las relaciones no monógamas requieren comunicación constante, negociación y acuerdos explícitos.
Romper con estos mitos no significa idealizar la no monogamia, sino entender que puede ser tan válida y compleja como la monogamia tradicional.
El papel de los acuerdos de pareja
En cualquier formato relacional, los acuerdos de pareja son la base de la confianza. En los vínculos no monógamos, estos acuerdos suelen incluir aspectos como:
- ¿Con quiénes se puede tener encuentros?
- ¿Se habla antes o después de esos encuentros?
- ¿Qué espacios son solo para la relación principal?
El reto no está en la etiqueta que usemos, sino en la capacidad de hablar con honestidad de lo que necesitamos y lo que podemos ofrecer.
Libertad y elección consciente
Las relaciones no monógamas nos confrontan con algo profundo: la idea de que el amor verdadero se demuestra a través de la exclusividad. Y tal vez no sea así. Tal vez el amor se demuestra en la capacidad de elegir todos los días a la otra persona, incluso sabiendo que existen otras posibilidades.
Este modelo genera ruido porque toca fibras sensibles: los celos, el miedo al abandono, la idea de posesión. Pero también abre la puerta a pensar el amor desde la libertad, el compromiso consciente y la conexión emocional más allá de la exclusividad.
Lo importante no es si una pareja es monógama o no, sino si se vive con autenticidad, cuidado y responsabilidad.
Aprendamos que lo valioso no es el modelo, sino cómo se vive
Las relaciones no son moldes rígidos, sino creaciones vivas entre personas que se eligen. Lo valioso no es si se opta por la monogamia tradicional, las parejas abiertas o el poliamor, sino la forma en que se sostiene el vínculo.
Si estás explorando estos temas en tu vida en pareja y sientes que necesitas un espacio seguro para conversar sobre acuerdos, límites o deseos, te invito a conocer más sobre mis acompañamientos en mi página web. Allí encontrarás un lugar para reflexionar y decidir qué tipo de relación quieres construir, sin prejuicios ni imposiciones.
Con cariño
Vane.